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7 junio 2015 • "Al menos tú, dame el gusto de suplir en cuanto te sea posible las ingratitudes de los hombres"

Marcial Flavius - presbyter

Novena al Sagrado Corazón de Jesús. Día cuarto: Segundo acto propio. La reparación

Sagrado CorazonEn el orden natural, hablando en general «reparar» es contrarrestar una pérdida por una ganancia, es devolver a una persona los bienes o el honor arrebatados.

En el orden sobrenatural es devolver a Dios la gloria vulnerada por el pecado

1. ¿POR QUÉ DEBEMOS REPARAR?

Cristo es el primer Reparador. Toda su vida está orientada a reparar el pecado: nace pobre, muere en cruz. Reconquistó para nosotros la gracia santificante. Somos de nuevo hijos de Dios.

Pero en el plan de Dios, quiso contar con nuestra cooperación. Falta algo a la Pasión de Cristo: «Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1, 24). La reparación, es por tanto, una exigencia para corresponder al amor hacia Cristo que se entregó por nosotros y nos amo hasta el fin recibiendo, en muchas ocasiones de nosotros y de los demás, solamente menosprecios y pecados. «Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres y a cambio no recibe de ellos más que ultrajes y desprecio. Tú, al menos ámame».

2. ¿CÓMO DEBEMOS REPARAR?

2.a. Con el deseo

  • Señor, aunque todos te abandonen, yo no quiero hacerlo. Pero ayuda Tú mi flaqueza.
  • Quiero conocerte y darte a conocer; amarte y hacer que todos te amen.
  • Rogaré por todos como Moisés, como los profetas, hasta alcanzar misericordia del Cielo.

2.b. Con las obras

  • No se requieren grandes cosas externas, sino más bien una profunda renovación interior, una rectificación constante de intención.
  • Celebrar con espíritu reparador la fiesta del Sagrado Corazón, la comunión de los Primeros Viernes, la Hora Santa, Oír Misas por los que no las oyen…

2.c. Como Cristo

  • Ante la rebelión del pecador: obediencia y sometimiento total a la voluntad de Dios.
  • Ante el orgullo: humildad, oscuridad, desprecio.
  • Ante el afán de placeres sensibles: mortificación.
  • Ante los excesos: privarse incluso de cosas lícitas, huir de las comodidades.

*

«Al menos tú, dame el gusto de suplir en cuanto te sea posible las ingratitudes de los hombres» (decía el Señor a Sta.Margarita). Que el amor al Corazón de Cristo nos mueva a ser a partir de ahora almas reparadoras.