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5 junio 2015 • Un artillero de trinchera • Fuente: Boletín Blau Division: Mayo-2015

Carlos Caballero Jurado

Memorias de un divisionario valenciano: Constantino Georgacopulos Teja

Un artillero de trincheraConstantino Georgacopulos Teja.

Un artillero de trinchera. Memorias de un divisionario valenciano

Prologo de P. Sagarra. Apéndice sobre los Batallones en Marcha de C. Caballero. Notas al texto de Sagarra y Caballero

Pedidos a VICENTE J. SANJUAN EDICIONES
C/ Isla Mallorca, 129 –
03509 FINESTRAT Alicante sanyusanyu64@hotmail.es 657 840 875

 

 

Que cada libro nuevo que aparezca sobre la División Azul nos interese, pues es lo lógico. Que muchos además nos apasionen, es una gran alegría. Pero definitivamente, hay algunos que nos emocionan, que nos conmueven. Este es uno de ellos. Y os explicaré el porqué. A estas alturas del siglo XXI, ¿qué sentido tiene el que sigan existiendo Hermandades de la División Azul, como la nuestra? Pues no hay otra que la de agrupar a aquellas personas interesadas en difundir su historia, en preservar su legado. Es lo que desde estas páginas del BLAU DIVISIÓN intentamos, mes tras mes. Por eso nos conmueve que haya gente que, espontáneamente, venga en nuestra ayuda. Una de esas personas es Vicente Sanjuan, quien mediante su sello editorial (Vicente J. Sanjuan Ediciones) nos dio el año pasado la inmensa alegría de editar en un único volumen las dos obras de nuestro llorado e inolvidable camarada alicantino “Ximo” Miralles, ya inencontrables.

El libro, con el título “Zapadores en Krasny Bor. Tres días de guerra y otros relatos de la División Azul” provocó nuestro entusiasmo, así que dos miembros de esta HDA alicantina, quien suscribe y Armando Giménez, tratamos de aportar nuestro grano de arena redactando prólogo, epílogo y notas para la reedición de la obra de “Ximo”. El resultado debió ser lo suficientemente satisfactorio como para que en el otoño de 2014 Sanjuan nos propusiese embarcarnos en otro proyecto. Nos habló de su interés en editar las memorias inéditas de algún otro voluntario de estas tierras valencianas. Y desde la Hermandad alicantina se le señaló la existencia de las interesantísimas memorias del divisionario valenciano –de ascendencia griega- Constantino Georgacopulos, que ya estaban preparadas para su edición gracias a Pablo Sagarra, que había hecho un prólogo sobre el personaje y enriquecido el texto con notas explicativas.

Decir que Constantino había sido un miembro activísimo de la HDA valenciana quizás os ayude a entender nuestro interés en este libro, ya que a todos os consta que las hermandades de Valencia y Alicante hemos tenido desde siempre un trato y una relación privilegiados. Constantino fue siempre suscriptor de nuestro BLAU DIVISIÓN (y su familia mantiene esa tradición tras su muerte). Y la verdad es que con ese apellido que tenía, era inevitable que te fijaras en él. Por eso, éramos muchos los que sabíamos que había colaborado con otras publicaciones divisionarias, como las editadas por las hermandades de Valencia y Barcelona. Sus artículos ya publicados destacaban tanto por su interés histórico como por su buen estilo literario. Y por eso sabíamos de antemano que sus memorias debían ser una obra muy valiosa, y que era muy triste que cayeran en el olvido. Gracias a Dios, Vicente Sanjuan hizo su aparición en escena para evitarlo.

Parece necesario, por tanto, hablar un poco sobre este editor. Más o menos todos tenemos una idea sobre los sellos editoriales que editan obras de temática divisionaria con asiduidad (Actas, Barbarroja, Galland, García Hispán) y os estaréis preguntando por esta joven editorial. VICENTE J. SANJUAN EDICIONES es un sello tan personal que lleva el nombre de quien la creó y le da vida. Alicantino de Ibi, Vicente tuvo ocasión de conocer a alguno de los grandísimos divisionarios de esa población alicantina, y se da la circunstancia de que entre sus profesores en bachillerato tuvo a alguien también inolvidable, el divisionario alicantino Miguel Salvador Gironés. Por otra parte, sabemos que es un lector casi diríamos que compulsivo, que “devora” literalmente libros de historia, y que en buena medida son de historia militar. Pero que también ayuda a que esos libros existan, por lo que es un activísimo colaborador de Ediciones Platea. Si sois aficionados al tema de la historia militar es imposible que no hayáis leído alguno de los libros que ha publicado en español esta editorial (“Nunca nieva en septiembre”, sobre la batalla de Arnhem; “Tigres en el barro”, del “as” de los tanques Otto Carius; “El Mito de la blitzkrieg. La campaña de 1940 en el Oeste”, etc.) Todas son obras del máximo interés pero que, al no haber sido grandes éxitos de ventas en los países en que aparecieron, las editoriales españolas clásicas las han dejado de lado. Otro rasgo que hay que subrayar: Platea las edita cuidando muchísimo la traducción, la cartografía y la misma presentación, rasgos no demasiado habituales por desgracia en nuestras editoriales, que en algunos casos han lanzado al mercado traducciones tan penosas que hacían que los libros fueran realmente ininteligibles.

A La hora de crear su propio sello editorial, Sanjuan ha mantenido estas mismas características y las dos obras hasta ahora publicadas destacan por lo muy trabajado de la edición. Algo que hay que subrayar. Me vienen a la mente dos casos muy recientes de textos de autor divisionario que sus familias han sacado del olvido y han editado de forma casi privada. En ambos casos eran textos de gran fuerza, de garra. Pero les faltaba un buen “trabajo de edición”. Los libros carecían por completo de notas o estas estaban apenas desarrolladas y como consecuencia, párrafos enteros eran de dudosa inteligibilidad para un lector que no fuera un gran especialista en la División Azul. Incluso se había colado algún error de transcripción. Por esta razón Sanjuan ha decidido que cada texto que edite, debe ir anotado con tanta minuciosidad como haga falta, y sí es preciso que se le añadan al texto prólogos o apéndices, que se haga con tanta extensión como sea preciso. El lector gana mucho con ello. En ambos casos, el editor ha tenido la amabilidad de contar conmigo en esas tareas, y ya os he señalado que en el libro de Miralles colaboró también activísimamente Armando Giménez y Pablo Sagarra en este de Georgacopulos. Por mi parte, sí en el libro de Miralles redacté unas notas explicativas sobre cuál era el contexto histórico en que se situaba cada uno de los capítulos de Miralles, en este he aportado un apéndice sobre los Batallones en Marcha. Desde aquí quiero agradecer a Vicente Sanjuan la ocasión que me ha dado de estampar mi nombre en estos dos estupendos libros.

Pero no es un caso “personal”. Es que esta HDA alicantina apoya tanto como puede la recuperación de estos textos divisionarios inéditos. No hablo por hablar. En el número anterior hemos terminado de publicar en las páginas del BLAU el diario del falangista vallisoletano Jesús Zaera (de Antitanques Divisionarios). Pero desde el numero 500 hasta ahora, como recordareis, hemos publicado (las citaremos por orden de aparición):

(1) Memorias del cautiverio en el Gulag del alicantino Manuel SÁNCHEZ LOZANO; (2) Memorias de la campaña del soldado murciano Luis LUNA; (3) Memorias de la campaña del sargento gaditano Antonio RUGERO; (4) Memorias de la campaña del soldado madrileño Eduardo DÍEZ INFANTE; (5) Diario de la campaña del soldado jienense Pablo ARREDONDO (caído en Rusia); (6) Memorias de la campaña del soldado valenciano Alberto COSCOLLA; (7) Diario de la campaña del soldado madrileño Luis AGUILAR SANABRIA; (8) Diario de la campaña del soldado conquense Salvador ZANON; (9) Memorias de la campaña del soldado melillense Julio RENEDO; (10) Diario de la campaña del oficial mallorquín Jaime HOMAR; (11) Diario de la campaña del soldado madrileño Carlos ORJALES; (12) Diario de la campaña del sargento cacereño José de la IGLESIA; (13) Informe sobre la Campaña de Rusia en el periodo de 1941-1942 del teniente coronel Luis ZANON; (14) Diario de la campaña del oficial veterinario Miguel MARTÍN ORTIZ; (15) Diario de la campaña del alférez catalán Adolfo de MONTAGUT; y (16) Diario de la campaña del soldado vallisoletano Jesús ZAERA

Que se siga escuchando la voz a los divisionarios: no es otro el objetivo con el que seguimos editando el Blau. Y por eso, si alguien viene en nuestra ayuda editando con cuidado –y cariño- las memorias de un divisionario, sentimos por él una profundad gratitud. Sin embargo, alguno de vosotros dirá: pero, ¿aportan algo estas memorias? Un elenco de divisionarios que han publicado en forma de volúmenes del más variado tamaño y con la más variada temática sobre la campaña de Rusia nos deja un impresionante listado. Aunque se trata de obras totalmente diversas, que van desde un pequeño poemario a una crónica en seis volúmenes, pasando por ensayos vexilológicos y recreaciones noveladas de sus experiencias, desde obras que son best sellers a ediciones minúsculas pensadas para que las lean los familiares, el caso es que esos testimonios están ahí, blanco sobre negro, y al alcance de los historiadores.

Citándolos por orden alfabético, estos son los divisionarios de los que estamos hablando:

(1) Juan ACKERMAN HANISCH; (2) Guillermo ALONSO DEL REAL (usando como alias el de “Fernando Ramos”); (3) José Enrique ALVAREZ ESTEBAN; (4) Manuel ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR; (5) Antonio de ANDRÉS; (6) Manuel BARS CASAMITJANA; (7) Pedro BEJARANO GARCIA; (8) Alfredo BELLOD; (9) Fernando BENDALA; (10) Juan Eugenio BLANCO; (11) José María BLANCH; (12) Eusebio CALAVIA; (13) Pablo CASTELO; (14) Rafael CASTAÑO DOÑA; (15) José Manuel CASTAÑÓN; (16) Juan CHICARRO LAMAMIE DE CLAIRAC; (17) José COGOLLOS; (18) Alberto CRESPO; (19) Demetrio CASTRO VILLACAÑAS; (20) Asensio DIAZ CANO; (21) Guillermo DÍAZ DEL RIO JÁUDENES; (22) José DIAZ DE VILLEGAS; (23) Enrique ERRANDO VILAR; (24) José Luis ESCUIN; (25) Arturo ESPINOSA POVEDA; (26) Emilio ESTEBAN-INFANTES; (27) Miguel EZQUERRA; (28) Jaime FARRE ALBIÑANA; (29) Ramón FARRE PALAUS; (30) Adolfo FERNANDEZ BASANTA; (31) Laurentino FERNANDEZ BLANCO; (32) Adolfo FERNANDEZ VELASCO; (33) José Julián GARCIA DE EULATE LUNA; (34) Dionisio GARCIA-IZQUIERDO; (35) Ramiro GARCIA MARTÍNEZ; (36) José Luis GOMEZ TELLO; (37) Andrés GONZÁLEZ MARTINEZ; (38) Antonio José HERNANDEZ NAVARRO; (39) Guillermo HERNANZ; (40) César IBAÑEZ CAGNA; (41) Carlos María IDIGORAS; (42) Manuel IGLESIAS-SIERRA; (43) Ildefonso JIMENEZ ANDRADES; (44) Julio JIMÉNEZ GÓMEZ; (45) Víctor José JIMÉNEZ Y MALO DE MOLINA; (46) Alberto de LAVEDAN; (47) José LINARES GARCIA (editado con la firma de su hijo); (48) Ramón V. LÓPEZ PEREZ-EIZAGUIRRE; (49) Luis LUNA; (50) Ángel MARCHENA; (51) José MARTÍNEZ ESPARZA; (52) Miguel MARTÍNEZ MENA; (53) Jesús MARTINEZ TESSIER; (54) José MELIA; (55) Joaquín MIRALLES; (56) José Santiago MUÑOZ CÉSARO; (57) Juan NEGRO CASTRO; (58) Lorenzo OCAÑA; (59) Gerardo OROQUIETA; (60) Juan Pablo d’ORS; (61) Eleuterio PANIAGUA; (62) Teodoro PALACIOS CUETO; (63) Serafín PARDO MARTÍNEZ; (64) Antonio PAU ARRIAGA; (65) Ramón PÉREZ CABALLERO; (66) Carlos PINILLA; (67) Joaquín POQUET; (68) Julio REBOLLO MONTES; (69) Dionisio RIDRUEJO; (70) Luis RIUDAVETS; (71) Luis ROMERO; (72) Montserrat ROMEU FERNÁNDEZ (enfermera); (73) Joaquín ROS CABO; (74) Rodrigo ROYO; (75) Ángel RUIZ AYUCAR; (76) Ángel SALMANCA; (77) Tomas SALVADOR; (78) Javier SANCHEZ CARRILERO; (79) José María SANCHEZ DIANA; (80) Juan José SANZ JARQUE; (81) Daniel TORRÁ (editado con la firma de su sobrina); (82) Carlos URGOITI; (83) Alfonso de URQUIJO; (84) Fernando VADILLO; (85) Enrique de la VEGA VIGUERA; (86) José Antonio VIDAL GADEA; (87) José VILADOT; y (88) José ZATO DEL CORRAL . Y a ellos podemos añadir el caso de las memorias de (89) Joaquín MONTERO ZAPICO (transformadas como novela por la pluma de “Adro Xavier”, y los casos de (90) Rafael ROQUER y (91) Francisco MANERO, cuyas memorias han sido utilizadas en el primer caso por su hijo y en el segundo por un paisano, para construir ciertos textos que plantean dudas sobre la verosimilitud, al menos en parte de su contenido, de ambas obras. En cambio no existe la más mínima duda sobre la absoluta falsedad de libros de supuestas memorias de divisionarios como los firmados por Francisco José G. Alvarellos, Fernando González, Manuel Mesado Mañe y Christian Menéndez. Y, finalmente, no podemos dejar de citar que algunos autores que no llegaron a editar como libros sus obras, publicaron fragmentos en diversas publicaciones, como serían los casos de Octavio CARRERA y Carmelo BIURRUN.

Entonces, hay que volver a hacerse la pregunta: ¿y qué aporta como novedad esta obra? Si me permitís un juego de palabras algo pobre, diré que la novedad es que no hay novedad. Porque el autor, que sale hacia Rusia desde un Regimiento de Artillería, en 1942; que tiene un hermano en el exilio; que hizo la Guerra Civil en el Ejército del Frente Popular, etc., reunía todas las condiciones apropiadas para que alguno de esos memos que escriben sobre la División Azul con ánimo de desprestigiarla lo incluyera en el capítulo de aquellos que –según dicen ellos- fueron forzados a alistarse mientras “hacían la mili”, para lavar su pasado y el de su familia, al parecer ya muy distintos a los falangistas del primer contingente. Lamentamos tener que darles el disgusto de este libro, donde el autor se retrata como lo que era: un ardoroso falangista, “camisa vieja” por más señas, que no se marchó en 1941 porque no encontró plaza, que deseaba luchar por sus ideas ya que en la Guerra Civil no había podido hacerlo al haber sido reclutado forzosamente por sus enemigos… En cuanto a su hermano en el exilio, lo más trágico es que su destino vendría a darle la razón a su compromiso anticomunista. El citado hermano, socialista pero de la facción de Prieto, fue asesinado por pistoleros del Partido Comunista español en Francia en 1944, tras la “Liberación”: todo un ejemplo de por qué marchar a luchar contra el comunismo era una necesidad histórica, la de barrer de la faz de la tierra a esos asesinos

A otros quizás les sorprenda, pero no a nosotros desde luego, la extraordinaria continuidad entre los textos escritos por divisionarios: siempre orgullosos de haber luchado como voluntarios contra el comunismo. Lo que si nos sorprende es que si la División Azul estaba plagada de gentes alistadas a la fuerza, de personas que se enrolaron para desertar, de quienes lo hicieron para lavar el pasado de su familia o de ellos mismos, etc., como dice tanto necio como anda por ahí, ninguno de ellos haya dado a la imprenta su libro de memorias. La última moda al respecto es afirmar, sin la menor prueba, como pura especulación a la que se quiere dar tinte de descubrimiento, que en realidad los diarios, memorias, etc., que conocemos de los divisionarios han sido manipulados, para construir un artificial “relato divisionario” (la expresión acuñada por X. M. Núñez Xeijas). Afirmación por entero caprichosa, que no se sustenta en dato empírico real alguno y que en realidad no oculta apenas el deseo de descalificar en bloque a los divisionarios que nos han trasmitido por escrito su experiencia, porque no tienen la “amabilidad” de adecuar sus relatos a lo que estas personas esperan de ellos, es decir, que narraran reclutamientos a la fuerza, que nos hablaran de haber contemplado horrendos crímenes, etc., etc.

Ya que estamos hablando del libro de memorias de un valenciano, conviene recordar que no hace tanto se publicaron otras memorias inéditas de un valenciano, en este caso un miembro de la banda de música de la División, Joaquín Ros. Cuando uno de sus nietos (Kilian Cuerda Ros) las editó, dijo de esa obra que “marca un contrapunto de gran interés respecto a las publicaciones de diarios y memorias de la División Azul, a veces bajo la forma de “falsos diarios”, que se publicaron en los años cuarenta, de manera contemporánea o inmediatamente posterior a los hechos y con un fuerte sesgo filonazi, o ya en una época más avanzada del franquismo, en los que se pretendería marcar distancias con los nazis y destacar cuestiones como la confraternización con la población local, y que construirían lo que ha venido a llamarse el relato divisionario. Evidentemente todas estas publicaciones estarían destinadas a mayor gloria del régimen, pero en el caso que nos ocupa, estamos ante una voz interior, muy íntima y humana, de una de las personas que tomaron parte en los hechos, que escribe para sí, y que manifiesta de manera muy viva los pensamientos propios, las contradicciones e incluso las críticas”. Alucinante… Si ese señor se hubiera tomado la más mínima molestia, habría podido verificar que el régimen franquista jamás apoyó la edición de textos divisionarios. Los veteranos de la División publicaron sus textos a trancas y barrancas, en pequeñas editoriales, a veces creadas por ellos mismos. Porque el régimen franquista, desde 1944, no solo no ensalzó en modo alguno a la DA, sino que hizo todo lo que pudo para que se olvidara o minimizara su existencia. Afirmar que se publicaron “falsos diarios” es una mentira de tamaño catedralicio que, claro, es una afirmación que no puede demostrar aunque la lance como insidia. Y si hubiera indagado tan solo un mínimo habría podido verificar que ya en 1941 cuando empezaban a regresar a España heridos y mutilados, declaraban ante las autoridades españolas su estupor y condena ante la política de ocupación alemana en la URSS. Si este personaje tuviera un átomo de vergüenza, señalaría al menos algún ejemplo de esos supuestos falsos diarios… porque la realidad es que los únicos que fehacientemente se han podido demostrar como falsos son los de algunos que critican a la DA, afirmando haber estado en ella siendo esto mentira.

Añadía este mismo señor Cuerda: “Joaquín Ros era una persona de derechas, con vínculos con la derecha tradicional católica, derecha que experimentaría un proceso de fascistización durante los años 30. Durante la Guerra Civil se afilió a Falange y combatió bajo su bandera, pero sin embargo, acudió a la División Azul de forma bastante obligatoria, como sabemos por sus palabras, y como muestra de diversos modos en el diario, tanto en modo más o menos explícito como más veladamente, donde como muy bien indica él mismo, no puede escribir todo cuanto piensa o cuanto desearía escribir, por el riesgo de confiscación, aunque eso no es óbice para que destile habitualmente una feroz crítica contra la oficialidad de la División Azul: no olvidemos que Joaquín Ros, pese a su ideología de derechas, era un hombre de origen popular, bajo la maquinaria de un ejército fascista, fuertemente clasista, corrupto y habituado a los abusos sobre los subordinados. Afloran aquí dos lenguajes: uno personal, interior, muy humano, y otro oficialista, superestructural, ideológico, aunque no por ello menos auténtico”. Aquí vemos un ejemplo perfecto de hasta qué punto los prejuicios pueden deformar la realidad, lo que va unido al hecho de que –definitivamente- el señor Cuerda no sabe leer. En el texto de su abuelo se decía bien a las claras que cuando en su banda pidieron voluntarios para la División, se apuntaron pocos, pero cuando pidieron voluntarios para la Banda de Música de la División Azul, lo hicieron en masa. Si en vez de ver conspiraciones y fantasmas se hubiera documentado, sabría que la Banda de Música de la DA se reclutó casi un mes después que la misma DA, cuando esta ya estaba en Alemania. Es decir, lo primero que pidieron en la unidad de su abuelo fueron voluntarios para ser soldados, y de ahí que se alistaran solo un puñado (aunque es una cifra elevada, dado que se trataba de alistarse como combatientes de filas), mientras que al pedir su alistamiento como músicos, se presentaron como voluntarios en masa. De este hecho, que es incapaz de entender dada su nulo conocimiento de la historia y su pobre capacidad de comprensión se saca de la manga la interpretación de un alistamiento forzoso… Para colmo de desgracias del pobre Joaquín Ros, una vez en Rusia se encuentra con que los músicos son integrados en las Compañías de Plana Mayor regimentales y usados como mano de obra para lo que en el ejército español se llaman “servicios mecánicos” (carga y descarga, camilleros, etc.). Y como oficiales y suboficiales están exentos de esos servicios, y en una banda de música son mayoritarios, a él le tocan constantemente. Por lo que se dedica a “rajar” todo lo que puede contra sus mandos y debe autocensurarse ya que si su diario cayera en manos de alguno de ellos podría ser acusado de falta de disciplina. Es significativo por ejemplo que critique agriamente a un oficial de esta Compañía de Plana del 269º, el que sería Laureado teniente Jaime Galiana, que mandaba la Sección de Asalto, y que debía desesperarse ante el grupo de “escaqueados” que componían la banda de música agregada a la Plana… Pero de un hecho tan banal y hasta “cutre” el avieso nieto lo que deduce es que su abuelo no se atrevía a contar sucesos de más alcance que sus pobres y patéticas diatribas. En su ceguera, lo que el nieto es incapaz de ver es que el diario de su abuelo es una constante apología del ejército alemán –nazi si se prefiere- por su igualitarismo, su eficacia, etc. Así es, si al diario del abuelo se le puede acusar de algo es de filonazismo… (la versión del nieto Kilian sobre el diario de su abuelo la podéis encontrar en este enlace)

Diréis, y con razón, que me estoy apartando mucho del tema y que de lo que se trata es de hablar del libro de Georgacopulos y no del de Joaquín Ros. Pero es que si no muestro el contrapunto, mis palabras sobre las cualidades que adornan el libro de Constantino pueden sonar a huecas, a frases hechas. La tarea de edición del libro de Ros es un caso patético de destrucción de un libro que podría haber tenido valor. En cambio, en sus libros, Vicente Sanjuan hace exactamente lo contrario. Vuelvo por tanto al libro de Constantino. Han pasado 70 años desde que se inició la aventura de la DA, desde que Georgacopulos marchó a Rusia. Sus memorias estaban depositadas en algún cajón del domicilio familiar. Y un buen día un editor entusiasta decide sacarlas a la luz. ¿Y con qué nos encontramos? Pues con otro hombre que nos dice muy a las claras porque se alistó: por sus ideales falangistas, a pesar de que en la España en la que le estaba tocando vivir ya veía como estos estaban cayendo en el olvido; por el recuerdo de lo ominoso que el periodo del Frente Popular había sido para España; por patriotismo, por afán de servicio… Si exactamente los mismos ideales, los mismos propósitos, que se veían reflejados en los primeros textos escritos por divisionarios y publicados allá por 1942 y 1943. Una nada sorprendente y en cambio muy reveladora unanimidad y continuidad.

Hablaba al principio de esta reseña de la profunda relación entre las HDA valenciana y alicantina. Comentamos por vez primera de la existencia de este libro en los actos de conmemoración de Krasny Bor aquí en Alicante, el pasado febrero. Pero la presentación oficial –y no podía ser de otra manera- se realizó en Valencia el pasado 24 de abril. Y el evento corrió a cargo de la HDA de Valencia. Todos sabéis lo que eso quiere decir: una organización impecable, con un acto de presentación propiamente dicho en el muy apropiado marco del Salón de Actos del Museo Militar de Valencia y un vino español en la sede de la HDA. En la presentación intervinimos el presidente de la HDA valenciana, Fernando de Zárate; el editor Vicente Sanjuan y quien suscribe. Pero todos quedamos por completo eclipsados ante la intervención de la viuda de Constantino (de “Tino” decía ella), Mercedes Reig, presente en la tribuna y arropada por hijos y nietos. Con el aplomo y la claridad que le da el haber estado muchísimos años dando clases, nos habló de cómo era su marido, de su humildad, sinceridad, afán de servicio, firmeza en sus ideales, patriotismo, falangismo. Y recalcó que cuando escribió este libro que presentábamos, lo hizo en buena medida para explicarle a ella lo que había sido la DA, pero también porque quiso dejar su testimonio por escrito, para que de él aprendieran las jóvenes generaciones españolas. Al fin se ha logrado su sueño. Ahí tenéis ese libro, a vuestro alcance. No podéis dejar de incorporarlo a vuestra biblioteca.