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8 mayo 2015 • Meditaciones en el mes de María (I)

Angel David Martín Rubio

Santa María Virgen, Medianera de todas las gracias

El papa Benedicto XV concedió en 1921, a petición del cardenal Mercier, el oficio y la Misa de Santa María Virgen Medianera de todas las gracias, para que se celebrara el 31 de mayo en toda la nación belga. La Sede Apostólica otorgó estos mismos textos a muchas otras diócesis e institutos religiosos con lo cual la conmemoración litúrgica se hizo casi general. Actualmente, se celebra en muchos lugares el 8 de mayo desde que Pío XII instituyó en 1954 la fiesta de Santa María Reina que se habría de celebrar en la Iglesia Universal el 31 de mayo.

Zurbarán: Nuestra Señora de las Mercedes

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1. Entre otros muchos, la Iglesia honra a la Virgen María con dos títulos:

Madre de la gracia porque llevó en su seno virginal al Dios y hombre verdadero y nos dio al mismo Autor de la gracia, Jesucristo nuestro Señor.

Medianera de la gracia porque estuvo asociada a Cristo en la obra de procurarnos la gracia suprema, esto es la redención y la vida divina.

Asociada por voluntad de Dios a la obra de la redención humana, la Virgen María se muestra rica en gracias para todos los que la invocan. Sus manos están siempre llenas de dones, de mercedes para hacerlos llegar a sus hijos. A ella misma la llamamos con las palabras del ángel: llena de gracia.

2. ¿Qué es la gracia?

Es un don divino que nos hace hijos de Dios y herederos de la gloria. Imposible decir más en menos palabras.

La gracia, en efecto, es un don, o sea algo completamente gratuito que nadie (antes de poseerla) podría jamás merecer. Por su naturaleza: es un don sobrenatural, un don divino en el sentido más riguroso y auténtico de la palabra puesto que es esencialmente una participación de la misma naturaleza divina (Cfr. 2Pe 1,4). Este don realiza en nosotros una verdadera transformación:

– Haciéndonos pasar de un estado de muerte, por el pecado, a la vida.

– Al darnos esa participación de la vida divina, la gracia nos hace hijos adoptivos de Dios, morada de la divinidad y herederos de la gloria para toda la eternidad. Esta gracia de Dios se llama santificante, porque santifica al que tiene la dicha de poseerla.

3. Dios nos comunica la gracia principalmente por medio de los Sacramentos

Los Sacramentos que confieren la primera gracia santificante, es decir aquella por la que el hombre pasa del estado de pecado mortal al de santidad o justicia, son el Bautismo y la Penitencia (los llamados «sacramentos de muertos», es decir: instituidos principalmente para devolver la vida de la gracia a las almas muertas por el pecado).

Los sacramentos que aumentan la gracia en quien la posee, son los otros cinco: Confirmación, Eucaristía, Extremaunción, Orden Sagrado y Matrimonio (son los «sacramentos de vivos», por tanto quienes los reciben han de estar sin pecado mortal, esto es, ya vivos a la gracia santificante. Quien los recibe sabiendo que no está en gracia de Dios, comete grave sacrilegio).

*

María, Madre de Dios y madre nuestra, es la distribuidora de los premios eternos. Es la nubecilla que se alza sobre la tierra árida de nuestras almas para fecundarla con la lluvia de las gracias divinas. Es aliento para el que sufre, confianza para el arrepentido, alegría para el justo…

Con su ayuda nosotros debemos: Vivir en gracia. Aumentar nuestra vida de gracia. Recuperarla si tenemos la desgracia de haberla perdido por el pecado.

Que aprendamos a acudir a la Virgen, a invocarla como Madre para que así vayamos creciendo cada día en su amor y Ella nos vaya haciendo más semejantes a su divino Hijo.