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25 abril 2015 • Analiza las raíces de la crisis política contemporánea • Fuente: Carlismo.es

Galo Garcés Ávalos

Rafael Gambra: Eso que llaman Estado

 Los Reyes Católicos en el acto de administrar justicia, de Víctor Manzano y Mejorada (1831-1865). Palacio Real de Madrid

Los Reyes Católicos en el acto de administrar justicia, de Víctor Manzano y Mejorada (1831-1865). Palacio Real de Madrid

La obra del filósofo roncalés sin duda constituye un hito para comprender la percepción tradicionalista de la figura del Estado, desde el nacimiento de dicha figura hasta tiempos no muy lejos de del nuestro. Dotada de un magnífico prólogo escrito por Francisco Elías de Tejada, en donde recuerda su amistad con el filósofo navarro a quien conoció en la «Academia Mella», en torno a la cual giraron las mentes más lúcidas del Tradicionalismo hispánico de su tiempo.

La crítica al pensamiento europeo, desde una perspectiva eminentemente tradicionalista, la efectúa Gambra de forma impecable y profunda, analizando las raíces de la crisis política contemporánea a su tiempo, y profundizando en los motivos filosóficos que encabezan tan nefasta crisis. Del existencialismo latente en los primeros años del siglo XX, en especial después de la Gran Guerra, surge el totalitarismo nacionalista, cuyos más resaltantes exponentes los constituyen el hitlerismo y el fascismo. Analiza asimismo el engarce del marxismo, oriundo de los postulados mismos de donde llegó al mundo el racionalismo democrático, tal y como bien señala en el brillante prólogo Elías de Tejada.

En su concepción del hombre, tanto Hegel como Marx vivieron lejos de lo personal humano, apunta acertadamente nuestro autor, enfatizando la estructura dinámica que a la realidad confieren el marxismo y el existencialismo, duramente criticados por Gambra (pág. 44). Asimismo, nos recuerda el filósofo e historiador roncalés la esencial perversidad del comunismo, tal y como la concibió el Papa Pío XII (pág. 47) en tiempos críticos en la historia de la humanidad y ad portas de la debacle en la Iglesia Católica por los cambios del Concilio Vaticano II, entre cuyos documentos se omitió la condena al marxismo y de los engendros que de éste se desprendieron entre las mentes de los hijos de Adán. Irónico que la apreciación de Rafael Gambra tuviera lugar aquel decisivo año de 1958, en el cual, a la muerte del último gran Pontífice de la Santa y Romana Iglesia, su sucesor Juan XXIII abriría las puertas a la decadencia de la esposa de Cristo.

Pero sin dudas, una de las apreciaciones más interesantes de Gambra es efectuada en el capítulo «Los dos federalismos», publicado originariamente en la revista Cristiandad N° 192 (1951), y en donde efectúa la más dura crítica al socialismo puro como esencialmente antinacional y antihistórico, así como el más notable ejemplo de uniformismo y centralización, en donde se impone niveladoramente la norma teórica en lugar de la coexistencia armoniosa y cordial de realidades diferentes (pág. 186).

El Estado, en el concepto moderno de una estructura nacional uniforme de la que todo organismo inferior recibe una vida delegada, no existió ni en la antigüedad ni en la Edad Media, sentencia Gambra. Nuestro autor enfatiza la figura del Príncipe como aquel único elemento coordinador de la coexistencia de poderes autónomos, y enfatiza que el proceso que creó a lo largo del Medievo las actuales nacionalidades europeas fue uno profundamente federativo. Así pues, Rafael Gambra aduce que fue el federalismo aquel «principio informador de la sociedad» en el que ahora se asientan los Estados nacionales, sociedad considerada de coexistencia federal de comunidades autónomas y auténticamente sociales (pp. 186-187).

Como acertadamente señala el carlista roncalés, la Paz de Westfalia (1648) reconoció la escisión religiosa y por ende, la unidad social de Europa perdió su carácter religioso para dar paso a una unidad meramente jurídica y política. Así pues, se dio muerte a lo que un día constituyó para el orbe la Respublica christiana (pág. 188). Asimismo, para Gambra, cualquier proyecto de federación internacional —como en nuestro tiempo contemplamos— sonaba a blasfemia en tanto era imposible la fusión de sociedades y culturas diversas mediante la reducción a sus puntos coincidentes, poniendo como ejemplo la fusión del cristianismo y mahometismo ante los ojos de los creyentes (pág. 189).

Por todo lo brevemente resaltado, resulta imperativa la lectura de esta magna obra de Rafael Gambra Ciudad, miembro de una generación lúcida y de una inteligencia sin par, en la cual sobrevivió el pensamiento tradicional hispánico (amén de otras tantas figuras como Elías de Tejada, Álvaro d’Ors, Vicente Marrero, entre otros) tal y como lo concibieron figuras de renombre como el «Verbo de la Tradición», don Juan Vázquez de Mella y Fanjul, y que constituye la más rica y notable herencia para todos los pueblos hispánicos, al tratar de comprender la debacle del Estado moderno.

Para acceder al libro en pdf, clic sobre el siguiente enlace:

RAFAEL GAMBRA Eso que llaman Estado