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21 febrero 2015 • Jesús se retiró al desierto para orar y hacer vida de penitencia

Desde Mi Campanario

I Domingo de Cuaresma: 22-febrero-2015

Rito Romano Tradicional

Tentaciones de Jesús en el desierto (Fernando Cabedo Torrents, Misal Diario Dominicano, 1958)

Tentaciones de Jesús en el desierto
(Fernando Cabedo Torrents, Misal Diario Dominicano, 1958)

Notas litúrgicas

La Cuaresma es un tiempo de ayuno y penitencia instituido por la Iglesia por tradición apostólica.

La Cuaresma ha sido instituida: 1°, para darnos a entender la obligación que tenemos de hacer penitencia todo el tiempo de nuestra vida, de la cual, según los Santos Padres, es figura la Cuaresma; 2.°, para imitar en alguna manera el riguroso ayuno de cuarenta días que Jesucristo practicó en el desierto; 3.°, para prepararnos por medio de la penitencia a celebrar santamente la Pascua.

Para pasar bien la Cuaresma según la mente de la Iglesia hemos de hacer cuatro cosas: 1ª, guardar exactamente el ayuno ,y la abstinencia y mortificarnos no sólo en las cosas ilícitas y peligrosas, sino también en cuanto podamos en las lícitas, como sería moderándonos en las recreaciones; 2ª, darnos a la oración y hacer limosnas y otras obras de cristiana piedad con el prójimo más que da ordinario, 3ª, oír la palabra de Dios, no ya por costumbre o curiosidad, sino con deseo de poner en práctica las verdades que se oyen; 4ª, andar con solicitud en prepararnos a la confesión para hacer más meritorio el ayuno y disponernos mejor a la Comunión pascual.

(Del Catecismo Mayor de San Pío X).

Evangelio

Mt 4, 1-11: Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Mas él respondió: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: Todo esto te daré si postrándote me adoras. 1Dícele entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto. Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.

Reflexión

I. En el primer domingo de Cuaresma, la Liturgia presenta los dos extremos en los que se mueve la Historia Sagrada: el pecado del hombre y la redención de Cristo.

Por el pecado original de nuestros primeros padres, Adán y Eva, entró el pecado en el mundo; por Jesucristo ha entrado la gracia y la salvación. Por el Bautismo, fuimos incorporados a Jesucristo: “Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios” (cfr. 1 Pe 3, 18-22).

II. La Cuaresma nos recuerda que la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte se consumará en la Cruz, el Viernes Santo.

Pero podemos decir que el combate se inicia ya en las tentaciones en el desierto que nos relata hoy brevemente el Evangelio de San Marcos. Allí Jesús, antes de empezar su vida pública, será sometido a la prueba de tres tentaciones contra la sumisión, la obediencia y la adoración que se deben solo a Dios.

Jesús no podía sentir, como nosotros, ninguna inclinación al pecado, por eso la tentación no tiene ningún efecto y la resistió fácilmente. Pero quiso someterse a ellas para servirnos a nosotros de ejemplo: “para hacerse semejante a los demás hombres en todas las miserias que no son culpa… y con la victoria de sus tentaciones nos enseñase a vencer las nuestras y nos diese ánimo y esfuerzo para vencerlas” (padre Lapuente).

III. El cristiano es el discípulo de Jesucristo, hijo de Dios por el Bautismo y también tendrá que enfrentarse a la tentación, del demonio, del mundo, de sus pasiones, de los malos ejemplos… Para vencerlas tenemos que seguir el ejemplo que nos da Cristo: el secreto de su triunfo se halla en el desierto y en la oración.

Jesús se retiró al desierto para orar y hacer vida de penitencia. Éstas son las cosas que nos recomienda la Iglesia durante este santo tiempo de Cuaresma:

― Oración: recogimiento, separación del espíritu del mundo, recordar con frecuencia las verdades eternas que de un modo especial se predican en este tiempo, a fin de tener muy presente la eternidad que nos espera y asegurarla con la oración perseverante.

― Penitencia para remover el único impedimento de nuestra salvación, que es el pecado; mortificando nuestros sentidos que, con tanta frecuencia, nos hacen caer en la tentación; procurando la contrición del corazón, mediante la consideración de la Pasión de Jesús, causada por nuestros pecados; purificando nuestra conciencia con una sincera confesión de nuestras culpas y comenzando una vida cada vez más coherente con nuestra condición de cristianos.

A esto nos invita el tiempo de Cuaresma que ahora comenzamos: en unión con la Virgen María, vamos a retirarnos con frecuencia al “desierto” de la oración y la penitencia y recibiremos la luz y gracia de la salvación.