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19 febrero 2015 • La gloria del "invento" corresponde a España

Jesús Flores Thies

Comentarios personales sobre el Arma Submarina española

En este enlace se hace un relato pormenorizado y muy interesante sobre el arma submarina en España, pero como vivimos los tiempos que vivimos, aparecen raras lagunas que sin embargo son fundamentales para entender las vicisitudes de este arma. Lógicamente nos referimos a la parte de la historia que coincide con la guerra civil. Por eso hemos escrito un corto añadido al enlace para completar la información.

Pues…¡arriba el periscopio!

La marinería del destructor "Sánchez Bazcáiztegui", amotinada contra la oficialidad, después de haberse apoderado del barco, según fotografía del periódico "Ahora", del 30 de agosto del año 1936

La marinería del destructor «Sánchez Bazcáiztegui», amotinada contra la oficialidad, después de haberse apoderado del barco, según fotografía del periódico «Ahora», del 30 de agosto del año 1936

Se echa de menos en esa historia del Arma Submarina Española una breve reseña de la importancia de España en la creación del submarino moderno.

Varios países se consideran “inventores” del submarino, pero del moderno, la gloria corresponde a España. Esto dicen nuestros aliados ingleses, los de la pezuña en Gibraltar, en un libro sobre la Historia del submarino (Antony Preston © Phoebus Publishing.co): “It is a strange quirk of fortune that un small (¡sic…!), undevloped country like Spain should have produced the first modern submarine, when leading naval and shipbuilding power Great Britain, was still unable to find a suitable method of propulsion”. Y no sólo habla de los logros de la propulsión eléctrica del submarino de Peral, sino del lanzamiento de torpedos y del periscopio. Y lo dicen los ingleses que se consideran los inventores de todo, hasta de la rueda («inventors of all, up wheel«).

Pero encontramos además, en el pormenorizado relato del Arma Submarina Española, unas lagunas que vamos a tratar de rellenar nosotros, artilleros, que nuestra mejor relación con la Marina es el haber estado casi cinco años en una Batería de Costa. Durante la guerra civil, todos los submarinos se quedaron en el bando rojo del Frente Popular, hoy definitivamente “republicano”, y todos acabaron mal, entre otras razones por algo que se obvia pudorosamente: que gran parte de la oficialidad del Cuerpo General había sido asesinada y de esta forma los submarinos estaban mal mandados y peor manejados por una lógica falta de disciplina en tripulaciones muy trabajadas por el marxismo. Y esto hay que decirlo, guste o no. Porque es algo que se debe decir para entender mejor el fracaso de una flota que no era precisamente despreciable.

Pero es que, además, en algunos submarinos iban asesores soviéticos que mostraron, según los informes que se pueden encontrar en el Museo Naval, una asombrosa falta de profesionalidad y de conocimientos, no ya para asesorar a otros, sino para que ellos mismos pasaran el más sencillo examen.

El comandante del B-1, don Narciso Núñez, padre de nuestro compañero de promoción Paco Núñez, fue asesinado en La Mola, lugar en el que también fue asesinado el teniente coronel Carcaño, padre de nuestro compañero de promoción Luis Carcaño. El asesinado, ingeniero militar que construyó la Iglesia Castrense de Melilla donde me casé. Y en La Mola caería asesinado el hermano de nuestro amigo de la 8ª promoción Fernando Mota; el asesinado, un chaval de 17 años.

Y como lo hemos escrito tantas veces nos da un poco de reparo repetirlo, pero es que ya que hablamos del arma submarina, uno de los comandantes de submarinos “republicanos” y jefe de una de sus bases, era Remigio Verdía, padre del cadete de 2ª que fue nuestro primer instructor en la AGMZ.

No hace mucho, en el periódico EL PAIS, que tiene la facultad de escribir de todo, incluso de lo que no tiene ni puñetera idea, metía a este capitán de corbeta Remigio Verdía en el bando sublevado, lo que provocaría una carta indignada de una hija que hablaba de las penurias familiares por ser “republicanas” después de la guerra, ya que la madre sólo cobraba 176 pesetas en 1940. Esas eran las pensiones de entonces, aunque la de mi madre mejor, por cobrarla entera al ser viuda de muerto en acto de servicio. Y la hija, hermana de nuestro instructor, no dice que su hermano ingresó, como otro aspirante cualquiera, en la AGMZ. Como ingresaría el hijo del general de Brigada Caridad Pita, fusilado por los nacionales al principio de la guerra por estar en el bando y en el lugar equivocados. Su hijo ya ha pasado, como Almirante, a la reserva. La madre de un compañero, viuda de militar antes de la guerra, condenada a muerte en Barcelona y que salvó la vida de milagro, cobraba al final de la guerra las mismas 170 pts que cobraba la viuda del marino rojo.

Ahora se podrá entender mejor el fracaso del Arma Submarina roja en esa época de nuestra historia naval. A ver cuando escribimos sin rémoras, que son animalitos que impiden navegar a gusto.